martes, 26 de julio de 2016

Hechizo Potente para Sentidos Mágicos

A menudo me preguntan cómo se pueden desarrollar los poderes psíquicos o el sexto sentido, a pesar de que muy pocas personas utilizan al máximo los cinco básicos. Cuando hablo de los sentidos me estoy refiriendo a la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Es a través de éstos que percibimos e interactuamos no sólo con el mundo, sino también con todos aquellos que nos rodean. Y si aprendes a sacarles el mejor partido también podrás desarrollar tu sexto sentido.

El sexto sentido es el que nos permite predecir los acontecimientos, acciones y reacciones de las personas y también presagiar lo que podría ocurrir. No obstante, muchas de estas cosas podríamos saberlas si utilizáramos nuestros cinco sentidos por completo. Las brujas y los hombres y mujeres sabios son personas que han pasado toda su vida en pequeñas comunidades, por lo que conocen al detalle las costumbres de sus vecinos, tanto en su conjunto como individualmente. Están, asimismo, muy ligados a la tierra, a las plantas, al ganado, a los animales salvajes y a la manera en la que unos y otros interactúan con los demás. Saben en qué lugares crecen las plantas y cómo pronosticar el clima a partir de su desarrollo. Conocen muy bien las relaciones entre los distintos individuos y sus familias, y son capaces de predecir cómo se comportarán éstos en diversas situaciones. Pero esta habilidad no es producto de la magia, sino de muchos años de estar observando atentamente a las personas y la naturaleza. Este mismo comportamiento lo tienen nuestros padres o parejas, que pueden decirnos dónde hemos puesto algo que no encontramos y no porque lo hayan buscado, sino porque están acostumbrados a observar su entorno y las experiencias que han acumulado de su familia les garantizan saber que no tienen que demostrar físicamente. Otro ejemplo más común sucede cuando estamos seguros de que alguien está escuchando nuestra conversación a pesar de que nos esté dando la espalda. Hay muchas cosas en la vida que sabemos sin un porqué, y éstas constituyen los mejores ejemplos de cómo utilizamos nuestros cinco sentidos sin siquiera darnos cuenta de ello. Intenta recordar alguno de esos momentos en los que sabías, sin una razón aparente, que algo no encajaba y que tenías razón. Si trabajas en ello, desarrollarás al máximo tus sentidos y, a partir de ahí, aprenderás también a utilizar el sexto.

Como especie empleamos nuestros sentidos de una manera preferente y concreta. La vista es, sin duda, el sentido más importante para los seres humanos. El siguiente en la jerarquía es el oído, seguido por el tacto, el olfato y el gusto. Existe, sin embargo, un debate acerca de cuál de los dos últimos es más importante, en mi opinión, es poco probable que alguien se sienta tentado a probar algo que huela mal, mientras que si estamos dispuestos a oler algo que sabemos a ciencia cierta que sabe a rayos, por ejemplo, un perfume. El olfato, además, es uno de los sentidos más evocadores; el aroma del pan recién horneado o el de las hojas quemándose pueden transportarnos a otro lugar y hacernos recordar muchísimas situaciones.

Por eso las personas con disfunciones sensoriales rinden al máximo con el resto de sus sentidos, así compensan en la balanza su carencia. Y a veces ocurre que lo acaban haciendo de maneras completamente inesperadas. Todos sabemos que una persona ciega se sirve del tacto –mediante un bastón en la mayoría de las ocasiones- para moverse por la calle, pero muchas también son capaces de percibir los colores a través de las puntas de los dedos. Lo que ocurre es que los interpretan como cambios de temperatura. En un estado menos permanente, cuando tenemos la nariz taponada por un catarro, podemos detectar olores por la boca, eso sí, siempre de una manera más sutil.

Al desarrollar tus sentidos también mejorarás la habilidad para visualizar, que resulta primordial a la hora de formular hechizos. 

La visualización es una de las capacidades más esenciales para la práctica de la magia. Para lograr que ésta sea exacta y refinada, lo primero que tienes que entrenar son tus sentidos, porque las imágenes que visualizas deben ser muy completas.

VISTA.

Como ya he dicho, para los humanos la vista es el sentido principal. Para otros mamíferos suele ser o bien el oído o el olfato, o los dos a la vez. Es impresionante la cantidad de personas que cruzan una carretera o se planta delante de un coche en marcha que pueden oír, aunque no ver. En una ocasión, una buena amiga mía era incapaz de encontrar una tienda de animales que estaba justo a su espalda, ¡a pesar del gorjeo de los pájaros enjaulados y del intenso olor a ratones y arena! Esto ocurre en parte porque nuestras mentes están repletas de una gran cantidad de cosas que no están relacionadas directamente con los sentidos, como por ejemplo las listas de la compra, los compromisos que tenemos que atender, los recuerdos de nuestros amigos y seres queridos, etc.

OÍDO.

Aunque en el segundo ejercicio abordé parcialmente cómo te sentirías si no contaras con el oído, ¡una pérdida completa de audición es una cosa bien distinta! Existe, de hecho, una gran diferencia entre las personas que nacen sordas y las que se quedan así más adelante en sus vidas. Ambos casos representan una gran discapacidad que muchas personas pueden y acaban superando. Para nosotros oír es importante, pero no lo es tanto como para animales como los perros. Nuestras mascotas tienen un oído extremadamente agudo, ¡lo que deja de ser una ventaja cuando se ponen a ladrar al oír la motocicleta del cartero mucho antes de que éste aparque frente a nuestra casa! Pero el oído no es la única manera en la que detectamos el sonido. Beethoven seguía componiendo mucho después de haberse quedado sordo y esto era así porque podía sentir las vibraciones en el piano y en el suelo. Los murciélagos, por ejemplo, no oyen, sino que detectan el movimiento mediante una especie de sónar. Éste es un detalle importante sobre el que volveré más adelante: el sonido es, como le ocurre a la esencia de este mundo, una cuestión de vibraciones. Para nuestros ancestros el oído era mucho más importante de lo que lo es ahora para nosotros. Esto era así porque utilizaban el sentido no sólo para buscar a sus presas, sino para advertir el acecho de los depredadores. Y, desde luego, era también un aspecto fundamental de su magia. Se sabe que un gran número de lugares sagrados, especialmente aquellos situados en el interior de algunas cuevas, contaban con unos efectos de sonido muy poco comunes. En estos emplazamientos los ecos son extremadamente singulares. Pero volvamos a tus ejercicios sensoriales en el aquí y ahora…

GUSTO Y OLFATO.

Los sentidos del gusto y del olfato están estrechamente relacionados; ésta es la razón de que la comida te sepa distinta cuando tienes la nariz taponada por un catarro. Si vives con gatos puede que te hayas dado cuenta de que cuando uno de estos animales olfatea algo que le interesa, abre también la boca para detectar mejor el olor. A esto se le llama “signo de Flehmen”, y lo que están haciendo es inhalar a través de la nariz y de la boca al mismo tiempo para saborear las moléculas que perciben en el aire. A los seres humanos nos cuesta hacerlo, pero podemos aprender. Eso sí, te recomiendo que no lo hagas en público hasta que domines la técnica porque ¡la gente va a pensar que eres un poco rara! Éste es un método muy útil para saber de qué calidad es un vino antes de probarlo.

El sabor y el olor son sentidos que también están muy ligados a los recuerdos. El aroma a salitre, a pan recién horneado o a cuero nuevo son sólo unos pocos ejemplos de esos olores capaces de devolvernos a un momento específico de nuestra vida. Ocurre también al saborear ciertos tipos de comida, que pueden hacernos recordar anécdotas de nuestra infancia y otras ocasiones especiales.

TACTO.

Por lo general, las personas somos muy táctiles; basta con que veas cómo se agarra un bebé al dedo de una persona para darte cuenta de lo importante que es el contacto. Pero esto también les ocurre a otros animales; la relación física con otros seres vivos es algo esencial, incluso aunque sean de especies distintas. Ésta es una de las razones que explica por qué el contacto con un gato o un perro mejora la calidad de vida y acelera la recuperación de un enfermo. Y si vives con animales, sobre todo con mamíferos, te harás dado cuenta de que ellos también buscan ese vínculo físico, entre ellos y con nosotros, especialmente cuando se sienten inseguros o nerviosos. Y esto podría ser porque perciben que se avecina una tormenta o porque hay mucha agitación en tu hogar.

EL sentido del tacto, sin embargo, no sólo se percibe a través de las manos. Sentimos con toda nuestra piel y ésta puede influir sobre nuestros cambios de ánimo y en las emociones. Todos sabemos lo incómodos que nos sentimos cuando tenemos mucho frío o claro, o lo mal que nos encontramos si tenemos la ropa empapada tras un chaparrón. La indumentaria, de hecho, puede hacernos sentir que somos sensuales si es muy suave, ¡pero la que nos pica nos enojará! El tacto de los elementos nos influye también; recuerda lo agradable que es sentir la calidez del sol en la piel, especialmente cuando no te lo esperas, o la caricia de la brisa o la lluvia. Si tienes la costumbre de caminar descalza, serás perfectamente consciente de cuándo pisas una piedrecita por muy gruesa que sea la suela de tu zapato. Uno de los ejemplos más placenteros del tacto es un masaje, sobre todo cuando el masajista domina la técnica.

Perder el sentido del tacto, aunque gracias a Dios es muy raro, da lugar a graves problemas. Los enfermos de algunos tipos de lepra tienen que estar muy pendientes de dónde está cada una de las partes de su cuerpo en todo momento y deben acostumbrarse también a estárselas mirando continuamente para asegurarse de que no tienen ninguna herida, pues hasta los cortes más insignificantes pueden infectárseles y perder por ello un dedo del pie o de la mano. Y no sólo eso, sino que además, sin el sentido del tacto, las tareas más sencillas se convierten en algo extremadamente difícil de realizar.


RITUAL DE LA LUNA LLENA PARA AGUZAR LOS SENTIDOS.

Este ritual se parece bastante al rito de auto-bendición con el quizá te hayas tropezado en alguna ocasión. Pero su objetico es diferente. Mientras avanzas por él, te conviene recordar las experiencias que has vivido en los ejercicios que ya has hecho de este capítulo.

Además de todo el equipo que utilizas y dispones normalmente en el altar, necesitas también un cuenco de agua y un poco de sal. Como en el resto de rituales, tendrás que asegurarte de que lo has preparado todo, incluyendo la bebida y el alimento que luego utilizarás para volver a conectar con la tierra.

Crea el Espacio sagrado de la manera que lo sueles hacer y cuando estés preparada para empezar, añade una pizca de sal al cuenco de agua, sumerge el dedo índice de tu mano fuerte en el líquido y recita lo siguiente:


  • Bendigo y consagro esta agua en nombre de la Diosa y del Dios para que pueda abrir mis sentidos a las maravillas de su mundo. Benditos seáis.


Arrodíllate frente al altar y cerca del cuenco de agua y sal. Introduce en él todos los dedos de las dos manos y di lo siguiente:

  • Señora mía, poderoso Señor, bendecid mis dedos y mi piel para que pueda apreciar por completo el sentido del tacto.
Enlaza los dedos de las dos manos y continúa diciendo:

  • Para que pueda aprender realmente a sentir vuestras bendiciones y a tocar todo aquello que ofrecéis. Benditos seáis.
Cierra los ojos y di lo siguiente:

  • Señora mía, poderoso Señor, abrid mis ojos para que pueda ver las maravillas de vuestro mundo.
Moja la punta del dedo índice en el agua y unge tus dos párpados con ella antes de decir:

  • Dejadme ver con verdad y honestidad. Benditos seáis.
Abre los ojos otra vez. Tócate las orejas con las puntas de los dedos y di lo siguiente:

  • Dejadme oír con claridad y comprensión. Benditos seáis.
Acaríciate brevemente los labios con el dedo índice de tu mano fuerte y di lo siguiente:

  • Señora mía, poderoso Señor, abrid mis sentidos para que pueda saborear los prodigios de vuestra creación.
Sumerge el dedo índice en el agua y úngete la punta de la lengua antes de decir:

  • Dejadme que saboree real y claramente. Benditos seáis.
Sitúa el dedo índice de tu mano fuerte sobre la nariz y di lo siguiente:

  • Señora mía, poderoso Señor, aguzad mi sentido del olfato para que pueda conocer los aromas de vuestro mundo.
Moja el dedo índice en el agua y úngete la nariz antes de decir:

  • Dejadme saber cuáles son los verdaderos aromas de la vida y de la tierra. Benditos Seáis.
Y, por último, sumerge el dedo en el agua y úngete el tercer ojo, es decir, el entrecejo. Di lo siguiente:

  • Señora y Señor todopoderosos, bendecid mis sentidos del tacto, de la vista, del oído, del gusto y del olfato para que pueda aprender a utilizarlos en su totalidad y comprenda vuestras costumbres.
Úngete el entrecejo por segunda vez y di lo siguiente:

  • Madre y Padre, bendecid mi sexto sentido para que, mediante el uso de los otros cinco, lo pueda desarrollar y confié en él. Permitidme que prospere en vuestras costumbres. Benditos seáis.
Quédate de rodillas y medita durante un rato antes de concluir el ritual como sueles hacerlo normalmente, recogiéndolo todo y apuntando la experiencia en tu diario.
Aprender a utilizar y luego mejorar tus sentidos te cambiará la vida. No sólo estarás más al tanto de lo que sucede a tu alrededor, sino que te darás cuenta de que estás en armonía con lo intangible y con los mundos paralelos. Esto no es, sin embargo, más que otro paso en el camino que te llevará a ser consciente y a convertirte en la persona que siempre ha estado oculta en tu interior.

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Texto del libro: el verdadero arte de la wicca - Kate West

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